Quien no se acuerda de este personaje tan entrañable que desapareció de nuestras vidas a mediados de los 70. Durante décadas formó parte del paisaje urbano, era una figura que contribuia a la seguridad con su presencia en las calles y prestaba ayuda a quien lo necesitara.
A los vecinos nos daba tranquilidad.
Ahora mismo parece que estoy viendo al de mi calle, un hombre bonachón, simpático y gracioso, que con su gorra y su manojo de llaves hacia su ronda todas las noches por el barrio al grito de EL SEREEEEEEEEENO, prestaba su ayuda a quien lo necesitara, a los niños nos gastaba bromas y a las 12:00 nos mandaba a todos para casa y se encargaba de que los portales estuvieran cerrados.
Que tiempos aquellos de seguridad y tranquilidad, algo que hoy brilla por su ausencia.
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